Una parte importante de nuestra nutrición son “las vitaminas”. Desde nuestra infancia escuchamos cosas como “tómate el zumo antes que se le vayan las vitaminas” o “no te olvides de tomar tus vitaminas”, y hemos asumido que son algo que necesitamos para tener una buena salud. Pero ¿qué son realmente las vitaminas?
Las vitaminas son un grupo de moléculas orgánicas que cumplen con las siguientes características:
La certeza de que los alimentos tienen “algo” que nos hace bien, y que, cuando falta, tenemos problemas, dio inicio a la historia del descubrimiento de las vitaminas. Desde mediados del siglo XVIII se sabe que el escorbuto se cura con cítricos, y el siglo XIX trajo el descubrimiento de que el raquitismo se cura con aceite de hígado de bacalao y el beriberi con una dieta variada.
Sin embargo, aunque la experiencia apuntaba a la dieta, no se sabía qué era exactamente lo que causaba la curación. Se pensaba que “algo”, como una bacteria o toxina que llegaba al cuerpo humano era la causante del problema, y que la dieta otorgaba protección o facilitaba la curación. El reconocimiento de la verdadera naturaleza de las vitaminas, y que su ausencia es responsable de enfermedades, no llegó hasta bien entrado el siglo XX.
Hablaremos de “vitamina A” o “vitamina C” como si fuera una sola, pero está reconocido que las vitaminas pueden presentar más de una forma química. Por ejemplo, la vitamina A puede presentarse como retinol, retinal, o pro-vitamina A.
Cada una de estas formas tendrá una cierta “biodisponibilidad”, es decir, posibilidad de ser absorbida por nuestro organismo, y “biopotencia”, es decir, actividad vitamínica en el organismo. Esto tendrá importancia a la hora de considerar un suplemento vitamínico, por ejemplo: no será igual poner retinol, retinal o provitamina A en una cápsula.
Según las propiedades químicas generales de las vitaminas podemos separarlas en dos grandes grupos: las vitaminas liposolubles y las vitaminas hidrosolubles.
Las vitaminas liposolubles se llaman así porque son capaces de disolverse en lípidos y grasas. Originalmente se habló de un “factor liposoluble A”, pero luego la investigación determinó que en este factor había más de un compuesto de interés para la salud. Hoy en día las vitaminas reconocidas que pertenecen a este grupo son las vitaminas A, D, E, y K.
Los alimentos ricos en estas vitaminas son aceitosos o grasosos: aceite de hígado de bacalao, aceite de almendras, etc. Las vitaminas liposolubles se comercialicen en preparados tales como aceites, emulsiones, o cápsulas blandas que en su interior contienen aceites ricos en vitaminas.
Las vitaminas hidrosolubles se llaman así porque son capaces de disolverse en agua en mayor o menor cantidad. Pertenecen a este grupo la vitamina C, vitaminas del grupo B, biotina, ácido pantoténico y ácido fólico.
Son vitaminas que participan en varias reacciones químicas del organismo, y su falta se expresa de diferentes maneras:
Una curiosidad histórica de las vitaminas hidrosolubles: inicialmente se habló de un “factor hidrosoluble B” que se obtenía a partir de varios materiales, por ejemplo, las levaduras.
Después, a medida que la investigación prosiguió, la comunidad científica descubrió que ese extracto no tenía un factor B, sino que tenía varios factores diferentes.
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