La obesidad es la excesiva acumulación de tejido adiposo en nuestro organismo de modo tal que puede afectar a la salud. La obesidad se asocia con mayor riesgo de sufrir enfermedades como la diabetes mellitus, hipertensión o la hiperlipidemia (“colesterol y triglicéridos altos”).  De hecho, es la segunda causa de mortalidad evitable, por detrás del tabaquismo. Pero, ¿cómo se origina exactamente la obesidad? ¿Cuándo está obesa una persona y cuándo “rellenita”? Te lo explicamos en este artículo.

¿Qué es exactamente el tejido adiposo?

La grasa corporal o tejido adiposo es un tejido de reserva que se encuentra principalmente por debajo de nuestra piel y entre nuestros órganos internos. Cuando consumimos más energía de la que necesitamos utilizar el cuerpo la guarda como glucógeno, una fuente rápida de energía que se almacena en el hígado, y si ya hay glucógeno la guarda como grasa en el tejido adiposo.

La grasa corporal participa en varias funciones corporales, entre ellas:

  • Almacenamiento y liberación de energía.
  • Regulación del hambre.
  • Aislamiento del frío.
  • Amortiguación entre los órganos internos.
  • Regulación del metabolismo (glucosa y colesterol se ven influidos por el tejido adiposo).
  • Metabolización de las hormonas sexuales.

La grasa corporal es un tejido muy necesario. Si no existiera, estaríamos obligados a comer continuamente para suplir las necesidades energéticas de nuestro cuerpo, sin poder alternar períodos de abundancia alimentaria con períodos de escasez. Pero si se acumula en exceso, en vez de una cosa útil y necesaria, puede transformarse en un problema.

¿Qué es exactamente la obesidad?

La obesidad es el exceso de tejido adiposo, acumulado de tal manera que puede ser un problema para la salud. Se origina por un desequilibrio entre la energía que ingresamos al cuerpo y la que gastamos, lo que nos lleva a ganar mucho peso. Algunos factores que influyen en la aparición de obesidad son:

  • la falta de ejercicio físico adecuada a la edad y estado de salud de la persona.
  • la falta de sueño.
  • problemas endocrinos, como el hipotiroidismo.
  • ciertas medicaciones.
  • consumo de comidas ricas en carbohidratos y azúcares.

Según la Encuesta Europea de Salud en España del año 2020, un 16,5% de hombres de 18 y más años y un 15,5% de mujeres padecen obesidad, y un 44,9% de hombres y un 30,6% de mujeres padecen sobrepeso.

¿Cómo se define la obesidad?

La forma clásica de clasificar a una persona en función de su peso es el Índice de Masa Corporal. Es un número que se calcula de la siguiente manera:

IMC = peso en kg/(altura en metros)2

Ejemplo: una persona que pesa 72 kg y mide 1.60 metros de altura tiene un IMC de 72/(1,6*1,6) = 28 kg/m2.

Los límites son los siguientes:

  • Peso normal: IMC entre 18,5 y 24,90 kg/m².
  • Sobrepeso: IMC entre 25 y 29,90  kg/m².
  • Obesidad: IMC por encima de 30 kg/m².

En nuestro ejemplo, la persona considerada tendría sobrepeso pero no obesidad.

Ahora bien, el IMC no refleja todas las realidades del peso, la salud y la enfermedad de una persona, por lo que no se suele utilizar como un dato aislado. También es muy importante medir la relación entre la circunferencia de la cintura y la circunferencia de la cadera, un parámetro complementario al IMC.

¿Qué es el índice cintura-cadera y cómo se relaciona con la obesidad?

Para evaluar de forma más exacta el riesgo del tejido adiposo sobre nuestra salud se calcula el índice cintura-cadera:

índice cintura-cadera = cintura (cm)/cadera(cm)

Es decir, el valor del índice se obtiene midiendo la circunferencia de la cintura, midiendo la circunferencia de la cadera, y luego dividiendo el valor de la cintura entre el valor de la cadera:

  • En los hombres, una relación mayor a 1 se considera una medida de riesgo cardiovascular aumentado.
  • En las mujeres, una relación mayor a 0.8 se considera una medida de riesgo cardiovascular aumentado.

¿Por qué es importante mirar este índice? Porque se ha visto que si la grasa se deposita por debajo de la piel no implica los mismos riesgos para la salud que si se deposita principalmente en el abdomen. Combinar el IMC con el índice cadera-cintura da mucha información valiosa. Por ejemplo, una mujer con IMC de 30 y un índice cintura-cadera de 1 tiene un riesgo mayor de empeorar su salud que una mujer con el índice de 0,78, aunque el IMC sea igual en ambos casos.

Otras medidas que también se utilizan para valorar la obesidad son el ancho de los siguientes pliegues corporales: el del bíceps, el del tríceps (“la grasita que cuelga del brazo”), el pliegue sub-escapular (“los michelines de la espalda”) y el pliegue supra-ilíaco (“el michelín del hueso de la cadera”). Toda esta información permite a los profesionales de la salud “afinar” el consejo de salud a la hora de considerar la obesidad de un paciente.

Tengo un IMC mayor a 30 y mis analíticas están perfectas…¿No estoy obeso entonces?

Una persona con un IMC mayor a 30 está plantada en la zona de obesidad. Y, si la obesidad es un riesgo de salud para enfermedades como la diabetes o los problemas cardiovasculares, esperaríamos entonces que las analíticas de glucosa, colesterol, triglicéridos, e incluso la tensión arterial de esta persona estuvieran muy altas. Y en muchos casos es así, ya que la obesidad tiene un impacto no despreciable en nuestro metabolismo y en nuestra salud. Pero existe un grupo de personas muy peculiar para el que se ha acuñado el término “obeso metabólicamente sano”: son personas que tienen un IMC mayor a 30 y sus analíticas son perfectas o, como mucho, tienen uno o dos parámetros ligeramente elevados. Curioso ¿verdad?

Ahora bien, metabólicamente sano no significa completamente sano. Se ha visto que buena parte de los pacientes metabólicamente sanos suelen evolucionar a enfermedad metabólica: los resultados de hoy pueden ser muy buenos, pero tienen mayor posibilidad de enfermar en unos años que las personas con un IMC normal. Además, aunque la glicemia esté bien y no haya diabetes, las articulaciones del tren inferior (rodilla, tobillo, cadera) están soportando un peso alto. Quizás la diabetes tarde en aparecer o no aparezca nunca, pero lo que sí es casi seguro que aparezca tarde o temprano será el daño articular por el esfuerzo sostenido a lo largo de los años.

Entonces, ¿hay que adelgazar o no hay que adelgazar?

Como ves, esa pregunta no tiene una respuesta que dependa solo de los kilogramos. Al menos no cuando consideramos aspectos exclusivamente de salud; cuando entramos en el campo de la estética hablamos de otro problema totalmente distinto. Hay que mirar en cada caso los kilogramos, su distribución y el impacto que tienen en la salud, para luego decidir si hay que adelgazar o no por razones médicas. En la farmacia podemos ayudarte dando consejos generales de nutrición y derivando al médico si lo vemos necesario. Los farmacéuticos, los médicos, los enfermeros y los nutricionistas estamos para acompañarte en el proceso de adelgazar de forma sana y ayudarte a comer de tal manera que puedas mantenerte en tu peso objetivo. 

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