La artritis reumatoide es una inflamación de las articulaciones de origen autoinmune que cursa con dolor y rigidez articular. En el lenguaje coloquial se la llama sólo como “artritis” pero eso la deja sin definición completa: hay muchos tipos de artritis, los mecanismos son distintos y los cuadros clínicos y tratamientos también son distintos. Hoy hablaremos de las causas, el tratamiento y qué se puede hacer cuando se convive con la artritis reumatoide.
¿Por qué se produce la artritis reumatoide?
La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune. Hemos hablado de las enfermedades autoinmunes en este artículo pero, a grandes rasgos, diremos que se da cuando el sistema inmune se ceba con el tejido articular en vez de actuar exclusivamente sobre patógenos. El mecanismo exacto de la artritis reumatoide, así como las razones por las que unas personas desarrollan esta enfermedad, no es conocido aún. Se sospecha de algunos genes involucrados en el desarrollo de la artritis, pero también habría temas ambientales influyendo sobre la expresión de estos genes.
Se han encontrado algunos factores de riesgo asociados al desarrollo de artritis reumatoide, entre ellos:
- Edad. A mayor edad más fácil es desarrollar artritis reumatoide, pero también hay gente joven que puede desarrollarla.
- Sexo. Es una enfermedad más frecuente en mujeres que en hombres.
- Antecedentes familiares. Es más fácil desarrollar artritis reumatoide cuando otro miembro de la familia ya la padece.
- Tabaquismo. Es la asociación más fuerte encontrada hasta el momento. El tabaco activa la expresión de proteínas en el organismo, proteínas que activan una respuesta inmune involucrada en el desarrollo de la enfermedad.
- Obesidad. La obesidad aumenta el riesgo de padecer la enfermedad.
¿Qué síntomas presenta la artritis reumatoide?
Los síntomas más usuales de la artritis reumatoide son:
- dolor en las articulaciones.
- rigidez articular, particularmente durante la mañana.
- inflamación en la articulación afectada.
Las primeras articulaciones que suele verse afectadas son las de las manos, muñecas y pies. Otras articulaciones que se pueden ver involucradas son las de las extremidades (codo, rodilla) y, en algunos casos, las cervicales (“el cuello”) pero la enfermedad no suele progresar al tronco. Tratada a tiempo, la artritis reumatoide puede controlarse y limitar su expansión a unas pocas articulaciones.
Estos síntomas no son completamente específicos de la artritis reumatoide, ya que hay condiciones que pueden dar síntomas similares. Tampoco hay una prueba de laboratorio “específica” que sirva para identificar la artritis reumatoide: el médico hace el diagnóstico en función a varias pruebas de laboratorio, a los síntomas que refiere el paciente y a la exploración que realiza en las consultas.
¿Qué medicamentos se utilizan en la artritis reumatoidea?
El tratamiento de la artritris reumatoidea busca dos objetivos:
- evitar la progresión de la enfermedad
- controlar las comorbilidades, es decir, las enfermedades que aparecen junto a la artritis reumatoidea.
Entre los fármacos más comunes en el tratamiento de la artritis reumatoidea encontramos:
- Fármacos Modificadores de la Enfermedad (FAME). Son fármacos que, a través de diferentes mecanismos, evitan que la enfermedad evolucione. Controlan el dolor y evitan que el daño de las articulaciones avance, pero requieren un cierto tiempo para que se note su efecto. Dependiendo la molécula considerada, hay que esperar 8-12 semanas hasta obtener el efecto completo.
- Analgésicos y antiinflamatorios. Se utilizan para calmar el dolor mientras actúan los FAME y para calmar el dolor en momentos de brote. Hay que utilizarlos con prudencia y siguiendo el consejo del médico y del farmacéutico, pues no están exentos de problemas. Por ejemplo, el uso de medicamentos de venta libre (ibuprofeno, naproxeno, dexketoprofeno) durante tiempo largo y sin control lleva consigo un cierto riesgo para el sistema digestivo y el sistema cardiovascular.
¿Cuáles son los fármacos que modifican la evolución de la artritis reumatoidea?
Dentro del grupo de los FAME encontramos más de un fármaco. Entre ellos encontramos:
- FAME “de síntesis”. Son moléculas relativamente pequeñas que muchas veces se utilizaban para otras enfermedades y luego se vio su utilidad para la artritis reumatoide. Actúan como antiinflamatorios y como inmunoreguladores a través de diferentes mecanismos. Es frecuente utilizar dosis más altas al principio del tratamiento para luego utilizar la mínima dosis que logra controlar la enfermedad. En este grupo encotramos los corticoides (se les incluyó recientemente en este grupo, porque controlan el avance de la artritis pero también son antiinflamatorios), el metotrexato, la leflunomida, la azatioprina, la hidroxicloroquina o la ciclosporina.
- FAME “biológicos”. Son proteínas, moléculas muy complejas, sintetizadas en el laboratorio y desarrolladas para actuar contra una molécula específica involucrada en el desarrollo de la artritis reumatoide. Suelen añadirse al tratamiento cuando los FAME de síntesis no son suficientes para controlar la enfermedad. En este grupo encontramos el etanercept, adalimumab, tocilizumab y otros varios. Los medicamentos que se incluyen en este grupo suelen dispensarse en hospitales, no en oficina de farmacia comunitaria.
- FAME sintéticos dirigidos. Son fármacos de síntesis, de tamaño pequeño, pero actúan contra una molécula muy concreta; eso los pone a medio camino entre los FAME de síntesis clásicos y los FAME biológicos. Se han aprobado recientemente para el uso en artritis reumatoide. Encontramos aquí al tofaticitinib o al baricitinib, pero no son los únicos. Al igual que FAME biológicos, suelen dispensarse en hospitales.
Estos medicamentos pueden usarse solos o en combinación, dependiendo de la necesidad del paciente. La regla general es comenzar con metotrexato, al que se puede añadir luego otro FAME de síntesis o un FAME biológico. Ajustar la dosis de estos medicamentos requiere paciencia, ya que la evolución se mide a lo largo de semanas.
¿Hay productos naturales útiles en casos de artritis?
Hay algunos productos naturales de utilidad en pacientes con artritis. No son tan efectivos como los fármacos modificadores de la enfermedad, pero su uso puede reducir la necesidad de utilizar analgésicos para controlar las molestias y el dolor. En este grupo encontramos:
- Resina de Boswellia serrata. La resina de boswellia es rica en antiinflamatorios naturales que han demostrado utilidad en el tratamiento de enfermedades inflamatorias como la artritis.
- Raíz de Harpagophytum procumbens. La raíz de harpagofito es útil para calmar el dolor de varias afecciones inflamatorias, incluidas las de origen reumático.
- Aceite de Oenothera biennis. El aceite de onagra por vía oral, rico en ácidos grasos esenciales, ha demostrado su utilidad en muchas enfermedades inflamatorias (artritis incluida).
- Corteza de Uncaria tormentosa. La corteza y otras partes externas de uña de gato han demostrado su utilidad en el tratamiento del dolor de la artritis reumatoide.
En ningún caso deben considerarse a estos productos como sustitutos de un tratamiento pautado por el médico. Si tienes dudas sobre cómo utilizarlos, o cómo combinarlos con tu medicación habitual, pide consejo en tu farmacia de confianza. Allí sabrán indicarte si estos productos son adecuados para ti y cómo deben utilizarse.
Tengo artritis reumatoide ¿Qué puedo hacer para mejorar mi calidad de vida?
La artritis reumatoide es una enfermedad crónica, progresiva y que al día de hoy no se cura sino que se controla. Algunas cosas a tener en cuenta son:
- No abandonar la medicación sin hablar con un profesional. Es verdad que puedes demorar en ver el efecto, o los efectos adversos pueden ser molestos, pero no la dejes por tu cuenta sin hablar con tu médico.
- Vacunarse si te lo recomiendan los profesionales sanitarios. Los medicamentos que se utilizan contra la artritis reumatoide son inmunosupresores, con lo que predisponen a las infecciones. Las vacunas más recomendadas son la del neumococo, influenza, hepatitis B, papilomavirus y herpes zoster; se recomiendan según las necesidades de cada paciente.
- Hacer ejercicio adaptado a tus posibilidades.
- Aprovechar el frío y el calor. El frío ayuda a bajar la inflamación y calmar el dolor. El calor, en cambio, prepara al cuerpo para el movimiento, es útil antes de empezar el ejercicio físico.
- Vigilar el sobrepeso. La obesidad carga las articulaciones, con lo que es especialmente importante vigilar el sobrepeso para no impactar las articulaciones de los pies, tobillos y rodillas.
- Adherirse a la dieta mediterránea. La dieta mediterránea ha demostrado bajar el dolor, la rigidez matinal y los marcadores de inflamación en sangre en pacientes con artritis reumatoide.
- Utilizar ayudas ortopédicas para asistir en tareas diarias. Existen ayudas para las personas que tienen artritis y han perdido la fuerza en las manos, tienen riesgo de caída en la ducha, no se levantan fácilmente del inodoro, etc.
- Acondicionar la casa. Guardar las cosas más a mano, tener utensilios de cocina livianos en vez de pesados o fijar las alfombras al suelo son cosas que pueden disminuir el riesgo de accidentes y aumentan la comodidad de la persona con artritis.