El cerebro es un órgano que consume mucho oxígeno y energía pero no dispone de reservas para sus actividades. Esta forma de organización hace que el cerebro sea altamente dependiente de una correcta circulación sanguínea, y cuando por algún motivo se interrumpe la circulación, los problemas comienzan rápidamente. Al conjunto de enfermedades que aparecen cuando, por algún motivo, se interrumpe súbitamente la circulación cerebral se le denomina ictus, embolia, o accidente cerebro vascular.
Básicamente el ictus se clasifica, de acuerdo a la causa que lo genera, en dos tipos:
El ictus isquémico se produce cuando no llega oxígeno a una zona del cerebro por interrupción del flujo sanguíneo (isquemia). Las causas más frecuentes de ictus isquémico son:
Estos problemas reciben los nombres de ictus aterotrombótico, ictus cardioembólico o ictus lacunar respectivamente.
En cambio, el ictus hemorrágico se da cuando una arteria se rompe y hay sangrado dentro del propio cerebro. Por un lado, el cerebro no puede aprovechar esta sangre, por lo que habrá problemas por falta de acceso a la energía y al oxígeno. Por otro lado, la sangre ocupa volumen en los tejidos, comprimiéndolos y desplazándolos. Usualmente esta rotura se da donde la estructura arterial es más débil o está “dilatada”; esto recibe el nombre de aneurisma.
En algunos casos no se puede determinar el origen específico del ictus, pero igualmente pueden tratarse para permitir la recuperación del paciente y para evitar su repetición.
Los síntomas del ictus dependen mucho del tipo de lesión y de la zona afectada. Pero sobre todo, son síntomas súbitos. Entre algunos de los primeros síntomas del ictus encontramos:
Pueden presentarse juntos, pero es muy usual que se presenten solamente algunos y durante un tiempo corto, usualmente unos minutos y siempre menos de una hora. Esto recibe el nombre de “ataque isquémico transitorio” y no debe ser relegado. Un ataque isquémico transitorio no es algo que deba encararse con la mentalidad de “ya me preocuparé si vuelve a pasarme”; a veces no sucede nada más, pero otras veces es la antesala de un ictus con consecuencias más severas. Si sientes algunos de estos síntomas no lo ignores y contacta rápidamente a un médico.
Para empezar, contacta inmediatamente a un médico. Aunque sólo sientas un síntoma que parece insignificante, como tener la cara “dormida” sin haber estado apoyado en ella, hazlo. No tengas miedo a “exagerar” o a “molestar”: es mucho mejor que te valoren rápidamente, porque el buen pronóstico del ictus depende de un diagnóstico y cuidados en las primeras 24 horas. Intenta ir a la consulta acompañado, para estar con alguien que sepa lo que pasó si te desmayas o aparecen más síntomas, y registra la hora en la que comenzaron los síntomas. Y sobre todo, no te automediques esperando resolver el problema: puedes complicar el tratamiento que te darán en Urgencias y retrasar la atención médica que tanto necesitas.
El primer tratamiento que se instaura depende del tipo de ictus. Básicamente los médicos intentarán restablecer la correcta circulación cerebral y reparar los daños sufridos, y la metodología cambia según el ictus haya sido por obstrucción o por hemorragia.
A largo plazo, el tratamiento consistirá en evitar la repetición del ictus:
Algunas personas se recuperan sin secuelas, otras personas sufren secuelas que van de ligeras a más severas, y otras personas no se recuperan y mueren en el hospital o al año de haber padecido un ictus. Las probabilidades dependen fuertemente de la gravedad inicial del ictus (área cerebral y vaso sanguíneo afectados) y de la salud de la persona al momento de sufrir el ictus: una persona con buena alimentación, buen dormir, y que hace ejercicio regularmente tiene mejor pronóstico que alguien estresado, que fuma mucho y que come mal.
Entre las consecuencias encontramos pérdida de control de ciertos movimientos voluntarios como caminar, problemas para tragar, incontinencia urinaria, trastornos visuales, problemas en el lenguaje, dolores u hormigueos, deterioro cognitivo… todos problemas derivados de la afectación cerebral en un área determinada. La rehabilitación puede hacer que estos problemas desaparezcan en mayor o menor grado, pero en cualquier caso hay formas de convivir con las consecuencias de un ictus, y varios profesionales de la salud pueden ayudarte. Si has sufrido un ictus tus médicos, fisioterapeuta, logopeda, psicólogo y cómo no, tu farmacéutico de confianza estarán allí para apoyarte.
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