La ansiedad es una emoción natural. Podría describirse como una reacción o respuesta que está presente en el organismo aun cuando el daño o problema no ha sucedido, pero se prevé o se supone que puede existir. Hemos hablado de la ansiedad en este artículo y, si no lo has leído, te recomendamos que lo leas (aunque sea rápidamente) para que sepas de qué hablamos exactamente. Si ya sabes todo lo que necesitas sobre la ansiedad, entonces adelante, nos adentraremos juntos en el mundo de los medicamentos que la tratan… que, como verás, no son pocos.
Medicamentos de síntesis para la ansiedad
La medicación para la ansiedad puede acompañar a una serie de tratamientos que requieren más tiempo para actuar, como ciertas técnicas de relajación o un tratamiento psicológico. Si te encuentras muy mal es posible comenzar primero con la medicación para controlar el cuadro y luego, con los síntomas bajo control, se comienza la terapia. En cualquier caso la medicación para la ansiedad debe ser prescrita por un médico, ya que es necesario un seguimiento médico para evaluar los efectos positivos logrados y para monitorizar los efectos adversos que pudieran aparecer.
Entre los medicamentos que se utilizan para la ansiedad encontramos:
- Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. Los ISRS son antidepresivos que ayudan con los síntomas de ansiedad y mitigan el cuadro de depresión que, a veces, puede acompañar a la ansiedad. Actúan permitiendo que un neurotransmisor llamado serotonina quede libre para actuar entre las neuronas, cambiando la respuesta neuronal frente a un estímulo nervioso. En esta familia encontramos el citalopram, la fluoxetina, la paroxetina o la sertralina. Demoran varias semanas en actuar, y no pueden abandonarse súbitamente por el riesgo de malestar para el paciente. Entre sus posibles efectos adversos encontramos visión borrosa, fatiga, mareos, boca seca, cambios en el peso corporal, problemas de erección, menos deseo sexual, problemas para conciliar el sueño y, en algunos casos, pueden aparecer pensamientos suicidas.
- Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y noradrenalina. Con estos medicamentos son dos los neurotransmisores que quedan libres para actuar, la serotonina y la noradrenalina. Este grupo incluye a la venlafaxina y a la duloxetina. Sus efectos adversos son similares a los de los ISRS, pero se les suman los relacionados con la noradrenalina como el aumento en la tensión arterial o en la sudoración corporal.
- Antidepresivos tricíclicos. Fueron de los primeros antidepresivos que se sintetizaron. El nombre se origina en los tres ciclos fusionados que aparecen en su estructura química. Entre ellos encontramos la amitriptilina, la nortriptilina o la imipramina. Sus efectos adversos pueden ser molestos y más frecuentes que en otros grupos de medicamentos. Entre ellos se incluyen boca seca, somnolencia, retención urinaria, estreñimiento, problemas de erección, sudor, visión borrosa y otros más, por lo que es comprensible que hayan sido desbancados por los ISRS. Se utilizan en aquellos pacientes en los que los grupos de medicamentos anteriores no aportan ninguna mejoría.
- Benzodiacepinas. Las benzodiacepinas se utilizan durante tiempos cortos para dar alivio de los síntomas de la ansiedad, mientras los antidepresivos no hacen efecto o como “rescate” de un ataque de ansiedad que pueda aparecer. Son relajantes potentes y en cuadros de ansiedad de aparición súbita se utilizan benzodiacepinas de acción rápida y corta, mientras que para facilitar el sueño se utilizan otras de acción más sostenida en el tiempo. Son medicamentos adictivos y que producen acostumbramiento, por lo que su uso está altamente controlado. Una caja de benzodiacepinas se dispensa sólo con la receta correspondiente, que si es de papel siempre queda en custodia de la farmacia. En este grupo encontramos al alprazolam, al clordiacepóxido o al lorazepam.
- Betabloqueantes. Los betabloqueantes son medicamentos que actúan sobre el sistema circulatorio y se utilizan clásicamente para hipertensión o problemas cardíacos, pero sirven también para controlar las palpitaciones y temblores de manos que aparecen a veces en los ataques de ansiedad. El betabloqueante más clásico para este uso es el propranolol. Entre sus efectos adversos encontramos síntomas relacionados con el control cardiovascular: manos y pies fríos, tensión arterial baja, cansancio, problemas de sueño, falta de aire e incluso depresión debido al “bajón” que causan.
Y aún si todos estos no funcionan del todo bien todavía quedan la buspirona, los inhibidores de la monoaminooxidasa, algunos antiepilépticos como la pregabalina… opciones hay, lo importante es que comiences con el tratamiento que te receten y lo tomes como ha sido pautado para ver si realmente funciona o no. El efecto máximo de los antidepresivos puede demorar unas semanas en aparecer, por lo que es importante no dejar los medicamentos sin hablar con tu médico.
Medicamentos naturales para la ansiedad
Los medicamentos naturales para la ansiedad pueden ser muy útiles en casos transitorios de ansiedad adaptativa, o incluso como complemento de la medicación habitual en un paciente con un trastorno de ansiedad generalizada. Entre las plantas medicinales más utilizadas para calmar cuadros de ansiedad encontramos:
- Amapola de California (Eschscholzia californica Cham.): no debe confundirse con la amapola “a secas”, que es la planta de la que se extrae el opio. La sumidad florida de amapola de california es rica en alcaloides que le confieren propiedades como sedante, ansiolítica y antiespasmódica. Puede utilizarse para aliviar la ansiedad, para ayudar a conciliar el sueño, e incluso para cefalea y sensibilidad a los cambios de tiempo.
- Espino albar (Crataegus sp.): la hoja, flor y fruto del espino albar han demostrado actividad sobre las células musculares del corazón y actividad tranquilizante, por lo que es una buena opción para las personas en las que la ansiedad aparece con la sensación de que el corazón late más fuerte o más rápido. Eso sí, es importante asegurarse antes de utilizar esta planta de que no haya otros problemas cardíacos.
- Pasiflora (Passiflora incarnata L.): la flor de la pasión tiene actividad ansiolítica, tranquilizante y espasmolítica. Va muy bien en casos de intranquilidad, inquietud y dificultad para conciliar el sueño, y su actividad ansiolítica ha sido validada en más de un estudio clínico.
- Lúpulo (Humulus lupulus): la flor de lúpulo (la misma que aporta sabor a la cerveza) se ha utilizado tradicionalmente como tranquilizante, para aliviar síntomas de estrés mental y para facilitar el sueño.
- Melisa (Melisa officinalis): la melisa es muy útil, ya que permite aliviar los síntomas de estrés mental, facilitar el sueño, y aliviar trastornos digestivos leves. Es muy buena opción para las personas en las que el estrés cursa con problemas digestivos.
- Valeriana (Valeriana officinalis L.): la raíz de valeriana es una de las drogas más conocidas como sedante e inductora del sueño. Tiene un olor y sabor característico bastante desagradable, por lo que muchas personas la prefieren en cápsulas en vez de infusión o tintura alcohólica.
- Lavanda (Lavandula angustifolia Mill.): la lavanda contiene un aceite esencial con actividad sedante y ansiolítica. Es útil en casos de agotamiento, agitación, insomnio, y ayuda a tolerar mejor las situaciones que causan ansiedad.
- Naranjo amargo (Citrus x aurantium L.): aporta aceite esencial de flor de azahar y de cáscara de naranja amarga. Además del clásico uso como perfumes de repostería, ambos aceites son calmantes, hipnóticos, mejoran el tiempo de sueño y relajan los músculos.
- Tilo (Tilia sp): otro clásico. ¿Quién no ha dicho alguna vez “me tomo una tila para relajarme un poco”? La inflorescencia de tila se puede utilizar como tranquilizante suave, usualmente en infusión. Puede utilizarse en adultos y niños a partir de 4 años.
Hay muchas opciones: escoger una u otra dependerá de tus síntomas, de tu estado de salud en general, de lo alérgico que seas a ciertas plantas o de qué otra medicación estés tomando.
¿Y cuál de todos estos medicamentos me irá mejor?
Encontrar la medicación que va bien para cada cuadro de ansiedad puede ser un proceso laborioso, ya que cada persona es diferente. Por ejemplo, quizás a una chica soltera no le importe que le baje la libido y acepte bien un tratamiento con citalopram, pero a un chico con pareja estable arreglar su ansiedad a costa de perder su capacidad de mantener una erección puede parecerle inaceptable. El psiquiatra y el médico de cabecera ayudarán a controlar los síntomas de la ansiedad, la mejoría con la medicación y el control de los efectos adversos. Lo importante es no decepcionarse cuando un medicamento no va del todo bien; es algo que sucede con frecuencia, y al comunicarle lo que sientes al médico que te ha recetado la medicación se podrán hacer los ajustes necesarios para que mejores pronto.
Algunos errores frecuentes con estos medicamentos
Tres cosas son importantes que tengas en mente.
- No descuides el tratamiento no farmacológico aunque la medicación te ayude, ya que los medicamentos alivian los síntomas pero no te ayudan a que te “armes por dentro” para enfrentar mejor las situaciones que te causan ansiedad.
- No abandones el medicamento en cuanto notes una cierta mejoría, ya que es fácil recaer en los síntomas cuando se abandona la medicación. Dejar la medicación es un proceso delicado que se debe hacer poco a poco, y cuando valores con tu médico y psicólogo que es el momento adecuado.
- No combines medicamentos de síntesis y plantas sin comentarlo con un profesional. Añadir plantas medicinales a la medicación habitual puede potenciar los efectos de ambos, causando somnolencia, aletargamiento y disminución de reflejos. Aquí también, una vez más, puedes contar con el apoyo de tu farmacéutico de confianza para saber más sobre tus medicamentos y cómo tomarlos adecuadamente.