Ahora que salimos más a la calle es posible que veas que tus lavados de manos se están multiplicando. Súmale las veces que usas alcohol en gel al salir del metro, al entrar al supermercado o a otra tienda, entre clientes si no puedes teletrabajar… tarde o temprano, las manos pedirán auxilio. ¿Podemos hacer algo por la piel de las manos para que no se lastimen a lo largo de estos meses? La respuesta es ¡claro que sí!
Las glándulas sebáceas de la piel secretan una sustancia llamada sebo, compuesta por triglicéridos, escualano, ceras y ésteres de colesterol, entre otras sustancias. El sebo protege a la piel de la deshidratación, capturando el agua que se puede perder por evaporación, y protegiéndola de agresores que llegan desde el exterior. También la protege de la fricción, transporta antioxidantes, y ayuda en el proceso de la cicatrización natural de heridas, entre otras funciones.
Este sebo se pierde con los sucesivos lavados, ya que el jabón es capaz de arrastrar lípidos, dejando a la piel sin su protección y permitiendo el acceso del jabón a zonas de la piel a la que normalmente no suele llegar. Y el alcohol, como buen solvente, es capaz de alterar la capa sebácea, ayudando a la deshidratación y la indefensión de la piel de las manos.
Pocos lavados o frotamientos con alcohol son fácilmente asumibles por la piel, pero a medida que aumenta la higiene de manos la síntesis de sebo no logra compensar la pérdida y se produce sequedad en las manos. El otro daño posible, muy infrecuente pero no imposible, es la dermatitis de contacto, una reacción alérgica de las manos a productos presentes en la fórmula del jabón o del higienizante de manos.
Hay una serie de medidas que te permitirán proteger tus manos a lo largo de los próximos meses:
Y no dudes en consultar a tu farmacéutico de confianza en cuanto veas que hay un poco de daño. La sequedad no se va sola, y si no se trata desde el principio puede dar paso a rojez, picor, y en casos más serios, piel resquebrajada y heridas. No es raro que el jabón y la crema que te sirvieron siempre se queden un poco “cortos” ahora que nos lavamos mucho más las manos, y tu farmacéutico sabrá recomendarte algún jabón emoliente y un tratamiento de manos adecuado para la situación que vivimos ahora.
¡Hay muchísimos! Algunos clásicos que hay tanto en jabones como en crema pueden ser el aloe vera, la glicerina, o la urea. Pero también encontramos lanolina, aceite de onagra, pantenol, aceite de oliva, manteca de karité, aceite mineral, extractos vegetales, colesterol, agua termal… y la lista continúa.
Lo importante no es tanto el activo sino la fórmula completa. Importa el activo, importa la cantidad que se utiliza, importa si hay perfumes que irritan en la fórmula final, si es más bien acuosa o más bien grasosa, si genera un “efecto guante” o no… además “más” no siempre significa “mejor”. El típico caso es la urea: en cantidades altas retiene muy bien el agua y puede incluso reblandecer durezas, pero en una mano lastimada por los sucesivos lavados pueder escocer al aplicar.
Es por eso que si quieres plantear un cambio de producto porque el tuyo de siempre no te funciona es importante que le digas a tu farmacéutico cuál utilizabas, tanto jabón como crema, para que pueda recomendarte algo que se ajuste mejor a tus necesidades que lo que estás utilizando actualmente.
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