La fascitis plantar es, literalmente, la inflamación de la fascia plantar (el sufijo -itis significa inflamación). La fascia plantar es el tejido grueso de la planta del pie que va desde el calcáneo (“el talón”) hasta los dedos para crear el arco del pie, y tiene como función dar estabilidad en la marcha y ayudar a despegar el pie del suelo. El dolor o hinchazón de la fascia por estiramiento o sobrecarga es una de las causas más comunes de dolor en el talón y zona media del pie.
Curiosidades de la ciencia: aunque el nombre original es fascitis plantar, en estudios de la estructura del tejido lastimado se ha visto que hay signos de degeneración más que de inflamación. Hay quien prefiere el nombre de fasciosis plantar para describir mejor lo que pasa en el pie, pero este término aún no es muy popular, todos seguimos hablando de fascitis y así lo haremos en este artículo.
Hay varios síntomas que orientan el diagnóstico hacia fascitis plantar. El síntoma clásico es dolor en la parte interna de la base del talón al apoyar el pie, pero puede extenderse hacia la zona media y en casos más raros hasta los dedos de los pies. El dolor tiene estas características:
Al inicio del problema el dolor aparece sobre todo a la mañana, pero si no actúas para controlarlo, con los meses puede mantenerse a lo largo de todo el día.
Tienes más probabilidades de sufrir fascitis plantar si:
La fascitis puede o no coexistir junto con un espolón calcáneo, no tienen por qué estar presentes ambas condiciones a la vez.
Los medicamentos de referencia son los antiinflamatorios o el paracetamol, pero esta es una patología que no se va con medicación solamente. Cuando hay sospecha de fascitis plantar es conveniente:
En algunos casos puede ser necesario una plantilla hecha a medida, una férula nocturna para estirar el pie durante la noche, o incluso una bota tipo férula.
Si tienes un dolor compatible con la fascitis plantar, los farmacéuticos podemos ayudarte a controlar el dolor con medicación, con plantillas de silicona para amortiguar el impacto, y dándote consejos para facilitar la recuperación. Pero si no te recuperas en dos semanas consulta al podólogo o a un farmacéutico especialista en ortopedia: puede que no tengas fascitis sino otra cosa, o quizás necesites plantillas personalizadas y una férula más específica. También puede que necesites ejercicios de rehabilitación de la postura al caminar o al correr indicados por un fisioterapeuta, si algún problema postural está detrás de tu dolor. En los casos más severos puede que un médico te recomiende una infiltración con corticoides, inmovilización, tratamiento con plasma rico en plaquetas o cirugía.
La fascitis plantar puede desaparecer en unos meses cuando está bien tratada desde el inicio, pero si ignoras el dolor hasta que sea insoportable demoras tu curación y mermas tu calidad de vida; una fascitis plantar rebelde puede tardar hasta tres años en curarse del todo. Cuanto menos tiempo esperes para iniciar el tratamiento más adecuado para ti, más fácilmente se curará tu lesión.
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