No en todos los alimentos podemos encontrar probióticos. Un probiótico se define como un microorganismo que, cuando se administra en cantidades adecuadas, confiere un beneficio de salud a la persona que lo consume. Y a veces pasa, a veces no… veamos.
Lo primero que un alimento tiene que contener, para poder decir que tiene probióticos, son microorganismos. Y no tienen que ser uno o dos individuos de una cepa, sino que tienen que estar “en cantidades adecuadas”, usualmente varios millones. Los alimentos que cumplen con esta característica son los alimentos fermentados, es decir, alimentos que han sido puestos en contacto y transformados por microorganismos vivos.
Los humanos fermentamos los alimentos porque los microorganismos se alimentan y se reproducen en el alimento. En ese proceso el alimento cambia su sabor, su textura, su olor, sus propiedades nutricionales, etc. Algunos ejemplos de alimentos fermentados son:
Una vez obtenido el cambio deseado en el alimento de partida, es posible que el fabricante decida cortar el proceso de fermentación para que no haya más cambios. Cortar la fermentación implica matar a los microorganismos. O puede que el procesamiento posterior a la fermentación afecte al microorganismo. Un caso sería el del pan y el horneado, en el que las altas temperaturas matan a las levaduras presentes en el pan. En cualquier caso, tendremos entre manos un alimento fermentado que ya no tiene ningún organismo vivo capaz de darnos un beneficio de salud.
Por lo tanto, hemos llegado a una primera conclusión: para que un alimento contenga probióticos tiene que tener microorganismos vivos, y no todos los fermentados cumplen con esta condición. Podemos decir con confianza que una cosa son los alimentos fermentados, y otra cosa diferente son los probióticos en alimentos.
La segunda parte de la definición de los probióticos habla de “beneficios de salud para la persona que los consume”.
La gran mayoría de los alimentos fermentados, aunque tengan microorganismos vivos, no pueden ser considerados alimentos con probióticos por no haber demostrado el beneficio extra. Sí que son buenos alimentos que deben ser incluidos en una dieta saludable, y es muy posible que confieran beneficios a la persona que los consume. Pero si no se ha demostrado este beneficio en estudios científicos, no podemos hablar de alimentos con probióticos, sólo de alimentos fermentados.
Supongamos que encontramos en el mercado un alimento con fermentos vivos que ha pasado los estudios adecuados, por lo que lo consideramos un alimento con probióticos y no solamente un alimento con fermentos vivos. Este alimento con probióticos no contendrá los mismos microorganismos que un preparado farmacéutico, ni cumplirá la misma función. Tampoco será igual de sencillo de suministrar, ya que el preparado farmacéutico es fácil de dosificar, no cambia el sabor ni afecta al intestino como podría hacerlo un alimento como el chucrut.
Pero tampoco diremos que los alimentos fermentados son inferiores, al contrario. Los alimentos fermentados nos aportarán nutrientes, sabores diferentes, y alegrarán nuestra dieta. Solamente hay que saber reconocer el lugar que tiene cada preparado en nuestra salud. Los preparados farmacéuticos con probióticos y los alimentos fermentados tendrán cada uno su lugar en nuestra vida y ni son iguales, ni son intercambiables.
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