El confinamiento en el hogar de toda la población como medida extraordinaria para hacer frente a la pandemia por coronavirus SARS-CoV-2 puede ser especialmente difícil de tolerar en la adolescencia.
Factores tales como la imposibilidad de no quedar con los amigos y / o la pareja, en una etapa donde estas relaciones son tan esenciales, la intensificación de las relaciones con los padres y familiares, o la dificultad de encontrar espacios para aislarse y tener intimidad, en función de las características de la vivienda, pueden convertir el confinamiento en un experiencia desagradable.
Si tiene adolescentes en casa, los siguientes consejos pueden ayudarle a gestionar mejor las relaciones familiares durante el confinamiento:
A menudo, el aislamiento en un espacio privado puede ser positivo para los adolescentes: puede ser una manera de descansar y de ordenar las experiencias que están viviendo. Respetad que hagan de su habitación su refugio personal, y no entréis en discusiones por el orden o la manera en que lo tienen en estos momentos.
En estas edades, aunque las relaciones con los padres son importantísimas, se ponen en juego aspectos de su identidad que hace que a menudo vivan las relaciones de amistad y de pareja como las más significativas. Todas las posibilidades de que los recursos telemáticos, internet, chats, móviles les ofrecen pueden ser las únicas posibilidades de mantenerlas aunque a distancia. Será importante respetar, incluso promover, estas necesidades de contacto y flexibilizar posibles horarios y normativas previas al confinamiento con la expectativa de recuperarlas una vez se normalice la situación.
Dado que en la adolescencia coexisten aspectos de funcionamiento tanto infantiles como propios de la etapa adulta, en algunos casos el confinamiento puede desencadenar una respuesta con características infantiles: mostrarse más pasivos en casa. Es importante ser flexibles y dejarlos tiempo para que puedan ir encontrando otras formas de organizarse, a la vez que ayudarles con un ritmo tolerable a ir alcanzando unas pautas diarias, tales como la hora de levantarse y de acostarse.
Durante la adolescencia, la falta de percepción del riesgo es muy normal. Los jóvenes pueden sentirse fuertes y sanos y, incluso, invencibles. Los puede ser difícil, por ejemplo, comprender que aunque no se tengan síntomas se puede transmitir la enfermedad. Habrá, por tanto, adoptar una actitud pedagógica y enseñarles a cuidar de sí mismos y de los demás.
Estimular la capacidad para negociar y llegar a pactos cuando la persona ya tiene capacidades para hacerlo, como durante la adolescencia, siempre es muy necesario. Escuchar y tener en cuenta el otro es un modelo de relación que puede ofrecer el adulto y que el joven acogerá muy bien joven, al tiempo que aprenderá a desarrollarlo. Desde este diálogo es indispensable llegar a acuerdos para definir conductas intolerables ( «líneas rojas») para toda la familia, pero ante las cuales será mejor una actitud relativamente flexible.
Los jóvenes pueden tener muchas dificultades para tolerar el aburrimiento, aún más cuando las actividades que habitualmente realizan para evitarlo están limitadas por el confinamiento. Asimismo, no siempre tienen claro cuáles son sus capacidades, sus recursos, sus intereses. Ayudarles a encontrar actividades que estimulen su motivación puede ser un buen acompañamiento que facilite la relación. Propondré de que intervengan en alguna tarea concreta de la rutina del hogar: si tiene que ver con poder salir e ir a comprar, tirar la basura o pasear al perro, mejor. Si se acercan a la cocina, permita que hagan o contribuyan a hacer la comida que más les gusta, por ejemplo. Estad muy atentos y acoge y estimula cualquier iniciativa de colaboración.
Si su domicilio cuenta con un espacio como terraza, balcón, patio interior o similar, utilizaré-en los momentos de tensión para evitar conflictos en la relación; si no sale el adolescente, puede ser otro miembro de la familia que lo necesite para aclarar o regular el malestar. Si no hay un lugar físico, busque la manera de poder «salir», como escuchar música a ser posible con auriculares, hacer actividad física, ducharse o cualquier otra actividad que ayude a distraerse.
Procure que sea la persona con más vínculo (los padres siempre que sea posible), la que comunique la muerte al adolescente. Es necesario que lo haga lo antes posible y de manera presencial, en un lugar íntimo y seguro, donde pueda expresar libremente lo que sienta. Conviene decirlo de manera clara y concisa, dando espacio para responder las preguntas que tenga.
Ofrezca algún ejemplo de cómo nosotros hemos elaborado un duelo anterior o como ellos lo hicieron en otro momento (con algún ser querido, animal de compañía, etc.). Procure estar disponibles y respetar, al mismo tiempo, su espacio.
Recuerde:
Para más información, consultad canalsalut.gencat.cat/coronavirus
Fuente: Generalitat de Catalunya
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