El acné es una enfermedad inflamatoria de la piel caracterizada por la aparición de espinillas y lesiones inflamatorias como pápulas, pústulas, nódulos y quistes. Es muy frecuente, ya que entre un 80-90% de la población la pasa en algún momento. Suele comenzar en la adolescencia y desaparece en la adultez, aunque en los últimos años han aumentado los casos de acné tardío: éste aparece luego de los 25 años de edad y está presente hasta en un 1% de los hombres y 5% de las mujeres de 40 años de edad. Las áreas usualmente afectadas por el acné son el rostro y la parte superior de pecho y espalda.
La piel normal secreta grasa a través de sus glándulas sebáceas. Estas glándulas están situadas al lado del folículo piloso, es decir, junto al origen de los cabellos. Su función es secretar una grasa fisiológica que mantiene al pelo en buen estado, protege a la piel de la pérdida de agua y mantiene la función de barrera de la piel. Cuando se producen desequilibrios en esta función, ya sea por aumento y cambios en la secreción sebácea, renovación excesiva y anormal de la piel, o un conjunto de todos, se obstruyen las glándulas sebáceas. En esta piel con glándulas obstruidas se favorece el crecimiento de una bacteria llamada Cutibacterium acnes (antes llamada Propionibacterium acnes) dando lugar a las lesiones con pus típicas del acné.
La piel acneica presenta una o varias de las siguientes características:
No todas las pieles acneicas presentan todos los tipos de lesiones y cicatrices mencionados. Según cómo se presenta la piel se puede clasificar el acné en diferentes grados:
El acné no está asociado a una causa única, sino que es un problema multifactorial. El exceso de sebo está relacionado con una hiperactividad de andrógenos (hormonas típicamente masculinas, pero que también existen en la mujer). El sebo se transforma en ácidos grasos libres en presencia de enzimas bacterianas secretadas por Propionibacterium acnes y estos ácidos grasos son capaces de irritar a la piel, contribuyendo al problema. Finalmente, esta bacteria es capaz de desencadenar un proceso inflamatorio y queratinizar la piel, desembocando en la formación de nódulos, quistes y cicatrices.
Poco puedes hacer para evitar el acné por completo, ya que hay un factor genético involucrado en su aparición. Pero sí puedes evitar factores que ayudan a empeorarlo:
Hay diferentes herramientas para tratar el acné, y no todas valdrán para todas las personas. Un acné en el que la piel se presenta un poco irregular requerirá un tratamiento diferente al que presenta nódulos y cicatrices. La combinación correcta de higiene, cosméticos y medicamentos puede hacer maravillas por tu piel, pero es un proceso que puede requerir un par de pruebas antes de encontrar la solución más adecuada para tu caso. Incluso puede que necesites más de una visita a la farmacia y al dermatólogo, pero no te desanimes: hay soluciones, sólo hay que encontrarlas.
Hablaremos más profundamente de los diferentes tratamientos del acné en un siguiente post.
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