Seguro que todos hemos oído hablar de propuesta de valor, y en mayor o menor medida, tenemos claro la función de la misma. Para mí, una definición corta y muy simple es “donde puedes maximizar el valor de tus actos, centrándote en lo que quiere el receptor de los mismos”. Lógicamente, a esta “definición” le faltan innumerables matices, podemos añadirle cosas, pero no sobra nada.
Entonces, si esto de la propuesta de valor va de “aportar valor a tus actos”, ¿de qué manera se puede maximizar el valor de tus actos? ¿Cómo podemos aportar valor a los mismos? En mi opinión, centrándose en aquello que te hace diferente, centrándote en aquello que haces mejor. Los farmacéuticos ejercen en la primera línea de la atención sanitaria y están obligados a cursar un grado de cinco años, al tratarse de una carrera que habilita para el ejercicio de una profesión sanitaria, con lo cual, ¿Qué les hace diferentes, donde sus actos tienen más valor?, en mi opinión, haciendo de farmacéuticos. Puede parecer una deducción simple, pero seguro que muchos conocemos a farmacéuticos que no pueden dedicarse a lo que les apasiona, que es ayudar a las personas. Deben estar comprando productos, verificando facturas, negociando acuerdos.… ¿realmente aportan valor en todas estas acciones? Soy consciente que todas estas acciones deber ser realizadas, pues las farmacias no funcionan solas, alguien tiene que comprar, negociar, suministrar….pero, ¿y si utilizamos la tecnología?.
Hay un aspecto sustancial de lo que significa “valor” que no hemos mencionado,
¿Quién decide lo que es “valor”?
Paremos un segundo. En tu trabajo, el que decide si lo que tú haces es valioso es tu “jefe”, en un equipo de futbol, es tu entrenador, en un médico, los pacientes que acuden a él.…. ¿y en una farmacia?, los clientes, las personas, los pacientes. Por eso, va bien de tanto en tanto preguntarse, ¿Los clientes han cambiado?, ¿han dejado de venir?, ¿consumen de otra forma?, ¿hay nuevas maneras de hacer?, ¿hay nuevos competidores?.
Cada uno tendrá su opinión, aunque es importante tener una mirada objetiva y no ver lo que nos interesa. Me gusta mucho la reflexión del profesor Ariño, que más o menos afirma “Solemos tener una percepción subjetiva de la realidad sistemáticamente sesgada y casi siempre a favor nuestro, vemos las cosas como nos gustaría que fueran y no como realmente son y cuando algo nos va mal, a menudo atribuimos a los demás nuestros fallos. Delante de un examen, solemos afirmar “he aprobado” y si no me va tan bien “me han suspendido”, si otros mantienen su postura, es que son tozudos, aunque si la mantengo yo, es que tengo convicciones”.
La sociedad evoluciona de manera continua, pero la llegada de la digitalización (sobre lo que yo entiendo por digitalización hablare otro día), el e-commerce, y la aparición del COVID19 ha acelerado la velocidad de los cambios. Cambios que hubieran requerido de 5 años, se han llevado a cabo en 1 año, con lo cual, ¿Cómo puedo pretender seguir haciendo lo que hacía y de la misma manera que lo hacía, cuando mi entorno, la sociedad, mis pacientes, han cambiado? Pienso que todo comercio, empresa y profesional, que no camine junto a sus clientes, que no se adapte a ellos, tiene las de perder. Tal vez a corto plazo no, pero a largo plazo no se puede ir contra lo que quieren los clientes. ¿Y cuál podrá ser la “propuesta de valor” si ya no caminas junto a tus clientes?.
Es complejo predecir exactamente cuál debe ser la propuesta de valor del farmacéutico en el futuro, aunque de lo que estoy seguro es que debe tener un papel más relevante en el sistema nacional de salud, centrado en su extenso conocimiento técnico y científico. Para lograrlo, estoy convencido que punteando facturas y haciendo pedidos, está más próximo de ser irrelevante, tanto para el sistema nacional de salud como para la sociedad.
Valero Pallàs
Director General de Farmacias Ecoceutics