La Organización Mundial de la Salud definió a la salud, en el año 1948, como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Parece fácil ¿verdad? Veamos…
¿A qué se consideró “salud” en tiempos anteriores?
La pregunta “¿qué es la salud?” ha recibido distintas respuestas a lo largo de la historia. Por ejemplo:
- En las antiguas culturas egipcia o griega, la salud era algo que dependía del favor de los dioses.
- Para Hipócrates de Cos, uno de los fundadores de la medicina que vivió alrededor del siglo V a.C., la salud se daba cuando había un equilibrio entre los humores del cuerpo. Este concepto influyó la medicina europea durante siglos.
- Según Paracelso (siglo XVI) la salud se encontraba en la correspondencia armónica entre el microcosmos del ser humano y el macrocosmos del universo entero.
- En el siglo XVII el médico italiano Giovanni Morgagni consideró la buena salud como el estado de integridad clínica y anatómica del cuerpo humano.
A medida que se sucedieron los avances en las ciencias biológicas, el concepto de salud fue cambiando, hasta llegar a la última definición oficial de la OMS.
¿Por qué no sirve solamente “la ausencia de afecciones o enfermedades”?
Las definiciones que hablan solamente de “ausencia de enfermedades” abocaban a la medicina a ser un “reparador de enfermedades” y no a la prevención, ya que si no hay enfermedad, no hay nada que hacer. Y aunque el concepto no se ajustaba tan mal al cuerpo físico, sí que fallaba a la hora de reconocer enfermedades mentales o problemas sociales, por lo que estos dos aspectos de la salud del ser humano fueron prácticamente ignorados hasta el siglo XX.
¿Qué es el “completo bienestar”?
El completo bienestar es difícil de definir en la práctica. Intuitivamente diríamos que “cuando todo está bien” hay completo bienestar, pero esto es muy difícil de obtener. Por ejemplo:
- Si me hice un pequeño corte en un dedo limpiando un cuchillo y me arde el dedo cuando me lavo las manos ¿mi bienestar es completo? ¿estoy sano mientras me duele el dedo?
- Si estoy triste porque se murió un familiar es “normal” pero ¿estoy sano o estoy enfermo mentalmente si al mes sigo triste?
- Si estoy estresado porque mi trabajo es exigente y llevo 7 días durmiendo mal ¿estoy bien? ¿estoy enfermo? ¿necesito medicación para reparar la situación?
- Si tengo una caries pero aún no me he enterado ¿qué puedo decir de mi bienestar?
- Si los precios de la vivienda en Barcelona me generan ansiedad y depresión por no poder mudarme solo ¿estoy enfermo? ¿cómo puedo llegar a mi completo bienestar cuando la sociedad no me da las herramientas para desarrollarme como quisiera?
- Si tengo una enfermedad incurable como la artrosis pero minimizo el impacto de la enfermedad en mi vida y mantengo una rutina adecuada ¿qué puedo decir de mi bienestar?
Y así podríamos listar muchos ejemplos. Las grandes críticas a esta definición pasan por ¿cuántos de nosotros estamos realmente sanos con esta definición? ¿Qué se está definiendo: salud o felicidad?
La potencia y la revolución de esta definición radica en que, en vez de considerar a la salud como algo “sanitario” que tenemos que recuperar cuando lo perdemos, la considera un estado que es fuente de riqueza para nuestra vida cotidiana que implica al físico, a la mente y a nuestra funcionalidad social. Aunque no es una definición perfecta permitió desarrollar conceptos como “salud mental”, “salud ocupacional” y “promoción de la salud”, que antes no eran considerados como parte integral de la salud de la persona. Hoy en día se están planteando nuevas definiciones de salud que intentan englobar situaciones que han surgido en los últimos años, como la cronicidad de las enfermedades, pero todavía no tienen el rango de “oficial” que tiene la definición de la OMS de 1948.
Lorena Crosa es licenciada en Química y Farmacia en la Universidad de la República (2000 – 2004). Se ha formado como profesora técnica de Química en el Instituto Normal de Educación Técnica (2004-2005). Cuenta con estudios de postgrado en Ciencias en la Universidad Camilo José Cela (2009) y posteriormente ha realizado un segundo grado de carrera de Farmacia en la Universidad de Barcelona (2010 – 2013).
Su experiencia laboral se ha centrado en el campo de la ciencia, dentro de hospitales como científica de laboratorios clínicos (2005 – 2007), así como docente de educación química en distintas universidades como el CEPRODIH y la Universidad de la República.
Tras licenciarse en su segunda carrera de Farmacia, centró su experiencia en las oficinas de farmacia, además de trabajar como consultora técnica en empresas de la industria farmacéutica.
En Farmacias Ecoceutics, Lorena Crosa ha sido un miembro activo y de gran valor desde 2018 hasta la actualidad, siendo la responsable de contenidos de la empresa haciendo uso de su expertise.