El ácido fólico y las moléculas estructuralmente relacionadas fueron una de las vitaminas más complejas para descubrir. En las primeras décadas del siglo XX se encontraron moléculas que ayudaban a prevenir la anemia en animales y fueron llamadas vitamina B9, vitamina M, vitamina Bc, factor R, factor U, rizopterina y otros nombres más. Pero no fue hasta la década de 1940 que se descubrió que eran todas la misma sustancia. Hoy en día, el nombre aceptado oficialmente es folatos, ya que bajo ese paraguas designamos a todas las moléculas que actúan de la misma manera que el ácido fólico (pueden llegar a ser más de 100 entre las diferentes especies de animales).
¿Dónde encontramos ácido fólico?
Los folatos se encuentran sobre todo en el hígado de vaca y pollo, en los vegetales de hoja verde y en la levadura. También la soja y los huevos son alimentos ricos en folato. Es una vitamina hidrosoluble que se pierde con el agua de cocción de los alimentos, pudiendo perderse entre el 50-70% del contenido total del alimento. Debido a la importancia del ácido fólico en la salud de la mujer en edad reproductiva es frecuente encontrar alimentos fortificados en el mercado; la propia Organización Mundial de la Salud recomienda esta práctica, sobre todo en países donde la anemia es frecuente.
Los adultos necesitamos entre 0,080-0,400 mg de folatos diariamente, dependiendo de edad y sexo. Tan importante como tomar cantidades adecuadas de esta vitamina es no combinar los alimentos ricos en folato con otros alimentos que contengan antifolatos. Los antifolatos son moléculas que impiden la correcta absorción del folato, ya sea uniéndose al alimento o evitando que el intestino lo absorba correctamente. Algunos alimentos capaces de inhibir la absorción del folato son las bananas, el zumo de naranja, y algunos granos.
Existen medicamentos capaces de dificultar la absorción de folato. Entre ellos contamos la colestiramina, la aspirina, y la difenilhidantoína. El consumo crónico de alcohol también lleva a problemas con los folatos por causar una mala absorción intestinal y un mal aprovechamiento del folato en el hígado.
¿Qué sucede si hay carencia de ácido fólico?
La carencia de ácido fólico tiene diferentes consecuencias en diferentes poblaciones. En la población general aparece un tipo de anemia especial llamada anemia megaloblástica o anemia perniciosa, que suele resolverse con altas dosis de folato. También puede aparecer cansancio, depresión, y polineuropatía. En los casos de carencias menos graves, que no llegan a estos síntomas, puede verse homocisteinemia, es decir, un aumento anormal de un aminoácido llamado homocisteína. Esto sucede porque el folato es necesario para transformar la homocisteína en otro aminoácido, moviendo un carbono desde el folato hacia la homocisteína. La acumulación de homocisteína está relacionada con problemas cardiovasculares, problemas del desarrollo óseo en niños, disminución del estado físico, y neurotoxicidad.
Las embarazadas necesitan asegurar el aporte de folato para que el feto pueda desarrollarse correctamente: sin folato no se pueden generar las nuevas células que permiten que el feto crezca (recordemos que sin folato no se puede hacer ADN nuevo) por lo que en casos de déficit graves puede haber abortos espontáneos. La falta de folato también se traduce como defectos en el tubo neural, que es la estructura fetal que da origen al sistema nervioso central. Los bebés que han sufrido déficit de folato durante su gestación pueden nacer con serios problemas neurológicos como la anencefalia (problemas en los huesos del cráneo que llevan a una falta parcial o total de cerebro, cráneo y cuero cabelludo) o la espina bífida (problemas durante el desarrollo de la columna vertebral).
Suplementación con folato
El embarazo es el gran demandante de ácido fólico. Cuando una mujer está planificando un embarazo se le recomienda comenzar a tomar ácido fólico aún antes de concebir, para asegurar la cantidad adecuada de folato al bebé desde el primer momento. Usualmente 0,4 mg diarios son suficientes, pero el médico puede valorar utilizar hasta 5 mg diarios. Esta suplementación se mantiene desde la concepción hasta la semana 12 del embarazo.
Hay algunas patologías que pueden requerir suplementación con folato. Entre ellas contamos a la enfermedad celíaca, el síndrome del colon irritable, o el alcoholismo. Los dos primeros casos tienen problemas de absorción de ácido fólico por los cambios que se dan en el intestino. En cambio, el alcoholismo altera el metabolismo del folato a varios niveles: dificulta su absorción, disminuye el aprovechamiento del folato por el hígado, y aumenta su eliminación por el riñón.
Con respecto a la homocisteinemia, no hay pruebas de la suplementación con folato evite problemas. De hecho, hay estudios con resultados contradictorios: un estudio mostró que la suplementación con folato, vitamina b6 y b12 aumentó el riesgo de infarto de miocardio en la población estudiada, mientras que otro estudio mostró que una combinación similar disminuyó la progresión de la aterosclerosis en el grupo de pacientes seleccionado. Por ahora no hay evidencia científica que respalde la suplementación con folato para prevenir problemas cardiovasculares.
¿Cuándo debo tomar ácido fólico?
Finalmente, es importante saber que, aunque el folato no es tóxico, no conviene utilizarlo sin una razón médica para hacerlo.
Por un lado, el ácido fólico puede interaccionar con algunos medicamentos y disminuir su efecto, con lo que está contraindicado en algunos casos. Además, debido a una “pirueta metabólica” (la trampa de folato) el ácido fólico en altas cantidades puede enmascarar la anemia causada por carencia de vitamina B12. Parece bueno evitar la anemia ¿verdad? Pues en realidad no lo es, porque al no verse la anemia, no se inicia la suplementación con vitamina B12, y el siguiente síntoma de carencia de vitamina B12 es el daño neurológico.
Con el ácido fólico que hay en los alimentos, o incluso en los multivitamínicos de uso diario, ya hay más que suficiente; si crees que te está haciendo falta un “extra” de ácido fólico coméntalo con tu farmacéutico de confianza, que sabrá recomendarte un producto adaptado a tus necesidades.
Lorena Crosa es licenciada en Química y Farmacia en la Universidad de la República (2000 – 2004). Se ha formado como profesora técnica de Química en el Instituto Normal de Educación Técnica (2004-2005). Cuenta con estudios de postgrado en Ciencias en la Universidad Camilo José Cela (2009) y posteriormente ha realizado un segundo grado de carrera de Farmacia en la Universidad de Barcelona (2010 – 2013).
Su experiencia laboral se ha centrado en el campo de la ciencia, dentro de hospitales como científica de laboratorios clínicos (2005 – 2007), así como docente de educación química en distintas universidades como el CEPRODIH y la Universidad de la República.
Tras licenciarse en su segunda carrera de Farmacia, centró su experiencia en las oficinas de farmacia, además de trabajar como consultora técnica en empresas de la industria farmacéutica.
En Farmacias Ecoceutics, Lorena Crosa ha sido un miembro activo y de gran valor desde 2018 hasta la actualidad, siendo la responsable de contenidos de la empresa haciendo uso de su expertise.